jueves, 8 de agosto de 2013
miércoles, 7 de agosto de 2013
No sé dónde en cierta ocasión leí la siguiente frase : " la plenitud es un raro hallazgo solo al alcance de almas extraviadas ".
En seguida comencé a digerir una afirmación que por de pronto reúne en escasas palabras varias aseveraciones.
A modo de índice estas vendrían marcadas por los siguientes términos : plenitud, raro, hallazgo, alma y extraviada.
Comenzando por la primera, considero que la plenitud es una exaltación consciente de la realidad instantánea.
De la segunda bien podría decirse que lo que se da en escasas y arbitrarias ocasiones en el fondo no existe y es producto obvio de la imaginación.
Por su parte, creo que un hallazgo es el tropiezo sublimado, algo así como elevar a los altares de la experiencia un hecho profundamente anodino que por extrañas circunstancias brilla de modo portentoso debido sin lugar a dudas a su intrascendente entorno.
El alma o soplo que aligera al cuerpo de la fatigosa carga de lo físico es la atmósfera donde respiran los pensamientos. En caso de fuga se acabó la luz de la inteligencia y la materia cobra un lugar preeminente. Sucede mucho.
Para concluir, el extravío es el estado propio del ser pues carece de coordenadas lógicas y toda su actividad depende de máximas azarosas y caprichosas leyes que le son impuestas.
No habré de dejar este capítulo experimental en esta tarde calurosa sin exponer mi nuevo orden que relacione de otra manera igualmente fallida y tal vez, también ingeniosa, a cada una de los anteriores conceptos-palabras. Así podría decir :
Un día, al sentirme extraviado comprobé que mi alma era el mayor y único hallazgo que por raro que parezca no produjo en mi ánimo la plenitud debida sino la sensación de que por fin mi sombra me dio alcance.
Y es sólo un ejemplo.
En seguida comencé a digerir una afirmación que por de pronto reúne en escasas palabras varias aseveraciones.
A modo de índice estas vendrían marcadas por los siguientes términos : plenitud, raro, hallazgo, alma y extraviada.
Comenzando por la primera, considero que la plenitud es una exaltación consciente de la realidad instantánea.
De la segunda bien podría decirse que lo que se da en escasas y arbitrarias ocasiones en el fondo no existe y es producto obvio de la imaginación.
Por su parte, creo que un hallazgo es el tropiezo sublimado, algo así como elevar a los altares de la experiencia un hecho profundamente anodino que por extrañas circunstancias brilla de modo portentoso debido sin lugar a dudas a su intrascendente entorno.
El alma o soplo que aligera al cuerpo de la fatigosa carga de lo físico es la atmósfera donde respiran los pensamientos. En caso de fuga se acabó la luz de la inteligencia y la materia cobra un lugar preeminente. Sucede mucho.
Para concluir, el extravío es el estado propio del ser pues carece de coordenadas lógicas y toda su actividad depende de máximas azarosas y caprichosas leyes que le son impuestas.
No habré de dejar este capítulo experimental en esta tarde calurosa sin exponer mi nuevo orden que relacione de otra manera igualmente fallida y tal vez, también ingeniosa, a cada una de los anteriores conceptos-palabras. Así podría decir :
Un día, al sentirme extraviado comprobé que mi alma era el mayor y único hallazgo que por raro que parezca no produjo en mi ánimo la plenitud debida sino la sensación de que por fin mi sombra me dio alcance.
Y es sólo un ejemplo.
martes, 30 de julio de 2013
Dios es el Principio y esta en el origen de todas las cosas, pero se manifiesta al final de la existencia de cada una de sus criaturas, como si jugara a ponernos a prueba acerca de esta certidumbre, sabiendo como sólo el conoce, de que impaciente y fatal materia estamos construidos.
¿ Por qué espera que todo cuanto existe acate ese criterio constructivo ?. ¿ Acaso no le fue suficiente la revuelta de los ángeles con los tristes efectos por todos conocidos ?.
Además, todo final es una la,entable despedida, una pérdida, una baja entre las filas de los mortales. Pienso en mi perro : su falta de conciencia le hace llevar una vida a salvo de dudas y contradicciones. Y sin embargo, en todo su comportamiento hay un esbozo de esa manera de hacer sus cosas que tiene Dios. Su ir pediendo el interés por el juego, en preferir sentir el paso del tiempo en un duermevela a medio camino entre la vigilia y la inconsciencia. De hecho pienso que los perros en un momento empiezan a despedirse porque siente ese final en el que su auténtico Amo, el que verdaderamente le ama, dice su nombre y empieza a hacerse su amigo.
Pero nosotros, los que intentamos poner nombre a todo sin antes llegar a conocer nada en su profundidad, nos lanzamos a la busca de lo que se halla un paso mas allá de nuestra experiencia. ¿ Será que la vida es un espejo y en el esta incluida la imagen del otro lado en la que aparecemos sin poder ver nuestro envés por una carencia de nuestros sentidos ?.
La lógica de la paciencia no existe. Toda espera es insufrible y cuanto mayor sea el desafío a nuestro entendimiento mayor es el desespero que genera y mayores los desencuentros a los que nos enfrentamos.
Dios se manifiesta en el final de todas las cosas. Entonces, la vida, ¿ que sentido tiene sentir sed de algo durante el gozo de la vida si para saciarla hemos de esperar a que se acaben nuestros días, conociendo que sólo así lograremos resolverla ?.
¿ Por qué espera que todo cuanto existe acate ese criterio constructivo ?. ¿ Acaso no le fue suficiente la revuelta de los ángeles con los tristes efectos por todos conocidos ?.
Además, todo final es una la,entable despedida, una pérdida, una baja entre las filas de los mortales. Pienso en mi perro : su falta de conciencia le hace llevar una vida a salvo de dudas y contradicciones. Y sin embargo, en todo su comportamiento hay un esbozo de esa manera de hacer sus cosas que tiene Dios. Su ir pediendo el interés por el juego, en preferir sentir el paso del tiempo en un duermevela a medio camino entre la vigilia y la inconsciencia. De hecho pienso que los perros en un momento empiezan a despedirse porque siente ese final en el que su auténtico Amo, el que verdaderamente le ama, dice su nombre y empieza a hacerse su amigo.
Pero nosotros, los que intentamos poner nombre a todo sin antes llegar a conocer nada en su profundidad, nos lanzamos a la busca de lo que se halla un paso mas allá de nuestra experiencia. ¿ Será que la vida es un espejo y en el esta incluida la imagen del otro lado en la que aparecemos sin poder ver nuestro envés por una carencia de nuestros sentidos ?.
La lógica de la paciencia no existe. Toda espera es insufrible y cuanto mayor sea el desafío a nuestro entendimiento mayor es el desespero que genera y mayores los desencuentros a los que nos enfrentamos.
Dios se manifiesta en el final de todas las cosas. Entonces, la vida, ¿ que sentido tiene sentir sed de algo durante el gozo de la vida si para saciarla hemos de esperar a que se acaben nuestros días, conociendo que sólo así lograremos resolverla ?.
lunes, 29 de julio de 2013
He ido subiendo la ladera tan despacio como las prisas me lo han permitido. He llegado cansado pues esa era la finalidad última. Si bien una vez sentado sobre la hierba empezaron a menudear otros motivos invisibles.
En primer lugar diré que la vista es hermosa. A lo lejos un mar, en el mar varios barcos que rompen la línea imprecisa del horizonte. No son barcos dignos de una lograda acuarela : supongo que serán mercantes sucios que apenas si se consideran parte del panorama, por la desdeñosa actitud que ofrecen ante mis ojos. Pero yo sigo en la breve colina a la que he ascendido con - pienso - digno esfuerzo para hacerme olvidar la monotonía de la empresa.
¿ Cuantas veces habré recorrido sus acaso trescientos metros hasta alcanzar la cima, si es prudente denominar de este modo una elevación tan insignificante ?.
Y sin embargo, a pesar de su escasa altitud, es sorprendente como se amplía la visión de un paisaje tantas veces contemplado.
Busco argumentos que me hagan comprender el por qué de esta adorable sensación y empiezo a enumerar causas principales. Pero es cansado listar pensamientos mientras uno puede gozar de un pequeño placer de verano.
La orilla se dibuja con regular trazado en la calma vespertina de las aguas. Desde aquí parece detenida, brindando la posibilidad de sugerirme que estoy ante una foto fija. Yo en el mirador de mis ojos lanzo la instantánea y la imagen grabada para deleite de mis sucesivas emociones la decido archivar en algún álbum de esos que pueblan la memoria.
No fumo y no puedo alcanzar la comprensión de una pausa cuyo máximo contenido es la inhalación del humo. Pero si puedo deciros que la colina es pequeña, que yo soy diminuto, que la mar infinita desconoce sus proporciones y en su superficie flotan dos trozos de humanidad que desdoran su inigualable belleza.
Cuando toque descender ya serán otros los quehaceres de mi mente. Supongo que de similar arquitectura pues en el fondo de todo esto lo que realmente importa es que soy capaz todavía del asombro y que cada vez que corono esta colina mi corazón exaltado solicita de mi persona un poco de alimento que recompense su desatado brío.
. Por eso disfruto del paisaje como si fuera la primera vez en esta quizá última ocasión que tenga de comprobarlo. Quién sabe qué otro día me devolverá a su cima y si seguiré siendo el mismo espectador de hoy.
En primer lugar diré que la vista es hermosa. A lo lejos un mar, en el mar varios barcos que rompen la línea imprecisa del horizonte. No son barcos dignos de una lograda acuarela : supongo que serán mercantes sucios que apenas si se consideran parte del panorama, por la desdeñosa actitud que ofrecen ante mis ojos. Pero yo sigo en la breve colina a la que he ascendido con - pienso - digno esfuerzo para hacerme olvidar la monotonía de la empresa.
¿ Cuantas veces habré recorrido sus acaso trescientos metros hasta alcanzar la cima, si es prudente denominar de este modo una elevación tan insignificante ?.
Y sin embargo, a pesar de su escasa altitud, es sorprendente como se amplía la visión de un paisaje tantas veces contemplado.
Busco argumentos que me hagan comprender el por qué de esta adorable sensación y empiezo a enumerar causas principales. Pero es cansado listar pensamientos mientras uno puede gozar de un pequeño placer de verano.
La orilla se dibuja con regular trazado en la calma vespertina de las aguas. Desde aquí parece detenida, brindando la posibilidad de sugerirme que estoy ante una foto fija. Yo en el mirador de mis ojos lanzo la instantánea y la imagen grabada para deleite de mis sucesivas emociones la decido archivar en algún álbum de esos que pueblan la memoria.
No fumo y no puedo alcanzar la comprensión de una pausa cuyo máximo contenido es la inhalación del humo. Pero si puedo deciros que la colina es pequeña, que yo soy diminuto, que la mar infinita desconoce sus proporciones y en su superficie flotan dos trozos de humanidad que desdoran su inigualable belleza.
Cuando toque descender ya serán otros los quehaceres de mi mente. Supongo que de similar arquitectura pues en el fondo de todo esto lo que realmente importa es que soy capaz todavía del asombro y que cada vez que corono esta colina mi corazón exaltado solicita de mi persona un poco de alimento que recompense su desatado brío.
. Por eso disfruto del paisaje como si fuera la primera vez en esta quizá última ocasión que tenga de comprobarlo. Quién sabe qué otro día me devolverá a su cima y si seguiré siendo el mismo espectador de hoy.
miércoles, 24 de julio de 2013
Gotas de cera.
Las pisadas son como gotas de cera. Vas caminando y las abandonas a una suerte despiadada hecha de indiferencias y de olvidos. No existe el día en que pareces consciente de los pasos que das y hacia donde te dirigen y nunca nadie ha podido comprobar que tal entelequia se ha substanciado.
Dicen de un tipo de gladiadores a los que le colocaban un casco que le impedía ver a su enemigo y tan sólo podía defenderse mediante una indetenible sucesión de movimientos ofensivos con los que evitar los ataques del oponente, cosa que le acarreaba una pronta fatiga y una muerte inevitable.
El movimiento es la única empresa que cuenta con atentos observadores porque siempre despierta la atención de alguien.
Por eso se inventaron los bancos de las plazas y los parques. Todos somos una imagen en la retina de algún desconocido observador que intenta amenizar su espera convirtiéndose en mudotestigo de nuestra traslación.
Parece tóxica tal actitud pues podría llegar a decirse que llegado el caso se lograria alterar la espontaneidad del paseante, condicionar de alguna manera su trayectoria, modificar su rumbo en una improvisada actuación donde no existe ni guión ni propósito documental alguno. Alguien grita ¡acción ! y en el decorado urbano empiezan a suceder cosas, a oírse voces y la gente empieza a adoptar gestos, gestionar sus movimientos como si las gotas de cera fueran una cámara de cine que graba la escena con el sólo fin de inmortalizar la cotidiana y anodina actividad de todos los participantes.
Practiquen el grito ¡ acción ! y podrán comprobar que todo lo comentado es cierto.
De hecho yo mismo ahora ando con gesto grave y ceño fruncido intentando acabar estas líneas que son las gotas de cera de mi existencia. ( Ando un poco sordo y puede que alguien poco entrenado haya pronunciado el conjuro; por eso os ruego que antes de practicarlo entrenen lo suficiente para que todos podamos oirlo,principalmente yo que ya ando justo de palabras y no se me ocurre nada más que añadir).
lunes, 22 de julio de 2013
Secreto de Sumario.
Sr. Juez, me presento ante su señoría con la nunca anunciada voluntad de auto acusarme porque prefiero que sean mis palabras las que proclamen mi abyecta y punible voluntad de haber querido ser por una vez aquel personaje a quien desde tiempos remotos todas las civilizaciones han reprochado su conducta libertina y arbitraria, lejos de aquellas actividades que persiguen el bien común, el bienestar social y el progreso económico.
No espero ni piedad ni condescendencia. Ahora bien suplico tan sólo un poco de respeto hacia mi conducta pues mi intolerable infracción apenas si ha consistido en una mala réplica de otros tantos detestables y fallidos delitos.
Por de pronto diré que actué en total soledad y que nadie colaboró ni activa ni pasivamente en cuanto podría haberme facilitado la comisión de semejante atrocidad.
No quiero cansar siendo prolijo en un asunto que se puede y debe sustanciar con escasas palabras; es más, añadiría que lo dicho hasta ahora bien podría haber sido objeto de abundante poda y riguroso resumen; pero entienda que mi situación y mi actitud bien merecen al menos un puñado de líneas en el sumario que Su Señoría instruye, en el tono y contenido que humildemente considero justos y oportunos.
Reitero mi culpabilidad y vaticino que la dureza de la pena en nada subsanará el desprecio que a los dioses mi horrenda acción produjo, pues de otra cosa no estoy seguro salvo que el daño producido es mucho y en buena parte irreparable.
Castiguenme con la legitimidad que la ley prescriba y si la mutilación es la fórmula expiatoria, llevese a la práctica a la mayor brevedad posible. Y créanme si les digo que el rencor no será la repuesta de mi espíritu ni el dolor manantial de un sufrimiento que por encima de todo merezco.
Ahora bien, cuando dicten sentencia en mi contra, tengan presentes esta mi última confesión : el pecado cometido nunca pasó del grado de tentativa y que jamás logré concluir el execrable delito, aunque, y esto es lo realmente cierto, este fuera mi detestable deseo, mi mayor y ansiada inclinación : la de ser inocente.
Y a la presente prueba me remito.
Trampa para intrusos.
No dispongo de capital suficiente para adquirir un sofisticado sistema que me proteja de curiosos, embaucadores, incluso de amantes de lo ajeno, compuesto fundamentalmente por mis objetos personales, que aún en su humilde condición, son mi único e ireproducible acervo.
Pero me veo en la obligación moral de defenderme de todo ello con riguroso criterio aunque sólo sea de manera anecdótica, sin demasiada convicción en su contrastada eficacia y aunque su efecto repelente consista en un mero y efímero malestar sobre el futurible delincuente.
Rebuscando entre mis recuerdos y curioseando en revistas y periódicos a la caza de alguna técnica barata al alcance de mi precaria economía, no termino de hallar un método o truco o receta irónicamente infalible que me defienda de ese terror minúsculo que a veces se apoya en sus patas terribles para vociferar en medio de la noche como lo haría el baribal en el seno impenetrable de la jungla. (Recomiendo a todos no incluyan como instrumento de tortura esa sensación terrible).
Abstraído en estas ínfértiles pesquisas, concluyo que la solución pasa por el uso de un método novedoso basado en un factor no sólo compuesto del insulso ingrediente de la sorpresa si no - y aquí surge mi talento - en un elemento que es sin duda la mas hiriente de las técnicas disuasorias.
Pasando a la acción tomo un folio en blanco,un chapón de medidas similares al del papel referido y un rotulador negro y escribo con letras bien grandes y en mayúsculas tres palabras y cuelgo el conjunto en la puerta de mi casa :
" Uso materiales deletéreos ".
Es obvio que el rotulador empleado ha de estar elaborado con tinta indeleble y que todos los materiales utilizados han de ser fungibles de modo que todo adquiera un valor indescifrable.
Ya os iré comunicando los resultados.
¿Sigues ahí...?
No dispongo de capital suficiente para adquirir un sofisticado sistema que me proteja de curiosos, embaucadores, incluso de amantes de lo ajeno, compuesto fundamentalmente por mis objetos personales, que aún en su humilde condición, son mi único e ireproducible acervo.
Pero me veo en la obligación moral de defenderme de todo ello con riguroso criterio aunque sólo sea de manera anecdótica, sin demasiada convicción en su contrastada eficacia y aunque su efecto repelente consista en un mero y efímero malestar sobre el futurible delincuente.
Rebuscando entre mis recuerdos y curioseando en revistas y periódicos a la caza de alguna técnica barata al alcance de mi precaria economía, no termino de hallar un método o truco o receta irónicamente infalible que me defienda de ese terror minúsculo que a veces se apoya en sus patas terribles para vociferar en medio de la noche como lo haría el baribal en el seno impenetrable de la jungla. (Recomiendo a todos no incluyan como instrumento de tortura esa sensación terrible).
Abstraído en estas ínfértiles pesquisas, concluyo que la solución pasa por el uso de un método novedoso basado en un factor no sólo compuesto del insulso ingrediente de la sorpresa si no - y aquí surge mi talento - en un elemento que es sin duda la mas hiriente de las técnicas disuasorias.
Pasando a la acción tomo un folio en blanco,un chapón de medidas similares al del papel referido y un rotulador negro y escribo con letras bien grandes y en mayúsculas tres palabras y cuelgo el conjunto en la puerta de mi casa :
" Uso materiales deletéreos ".
Es obvio que el rotulador empleado ha de estar elaborado con tinta indeleble y que todos los materiales utilizados han de ser fungibles de modo que todo adquiera un valor indescifrable.
Ya os iré comunicando los resultados.
¿Sigues ahí...?
domingo, 21 de julio de 2013
Relato breve con simple introducción al respecto. Se adjunta ejemplo.
De todas formas no soy el primero ni seré el último en gastar algo de tiempo en definir su ideal de relato.
Además de lo sorpresivo, lo atrayente debe ser una acción ambigua, múltiplemente justificable, un acabose que deje al lector suspendido en un pensamiento propio que de no haber existido el cuento tampoco habría sido dado a la luz - o a la sombra - de su mente.
Ejemplo :
Supongamos que detrás de unas cortinas el observador contempla un par de zapatos que sobresalen.
La densidad de la tela no permite adivinar ni la altura ni la envergadura del presunto propietario del calzado y que se esconde no sabemos con qué malignas o insulsas intenciones.
Se acerca con dudosa temeridad, extiende el brazo y descorre las cortinas de manera finalmente decidida para reencontrarse consigo mismo tras varios años de búsqueda.
Eso si, poco intensa.
De todas formas no soy el primero ni seré el último en gastar algo de tiempo en definir su ideal de relato.
Además de lo sorpresivo, lo atrayente debe ser una acción ambigua, múltiplemente justificable, un acabose que deje al lector suspendido en un pensamiento propio que de no haber existido el cuento tampoco habría sido dado a la luz - o a la sombra - de su mente.
Ejemplo :
Supongamos que detrás de unas cortinas el observador contempla un par de zapatos que sobresalen.
La densidad de la tela no permite adivinar ni la altura ni la envergadura del presunto propietario del calzado y que se esconde no sabemos con qué malignas o insulsas intenciones.
Se acerca con dudosa temeridad, extiende el brazo y descorre las cortinas de manera finalmente decidida para reencontrarse consigo mismo tras varios años de búsqueda.
Eso si, poco intensa.
El corazón como simiente.
La ardilla obedece al afán de la presente temporada y en su quebradiza y amenazada existencia dedica la mayor parte de su tiempo en hacer reservas para el invierno. Frutos maduros, nueces y bellotas mas algún que otro apetecible brote formarán parte de la despensa que aquí y allá irá distribuyendo bajo la atenta mirada de sus múltiples enemigos, que no dudarán en darle caza al menor descuido finiquitando asi sus servicios sin nota de agradecimientos.
Supongamos que la bellota logre sobrevivir al caluroso verano y con las primeras lluvias de otoño un delicado arbolito asomara por entre la hojarasca. He aquí el asunto.
Y de no ser así, ¿ por qué criticar la acción de hongos y parásitos sobre el fruto que a la postre también tienen un plan como la ardilla o el azor?.
De todas formas la intención de la ingenua ardilla no es preservar el fruto para que pueda ser origen de un nuevo árbol y su actividad y efectos dista bien poco de la de bacterias e insectos.
Pero a todo esto y luego de considerar a estos naturales actores no puedo si no abastecerme de este cúmulo de aspectos que rodea al evento que es uno mas de la singular naturaleza y quizá el menos relevante de aquellos que acontecen cerca de nosotros, para hilvanar unas simples especulaciones.
Si fuera ardilla, ¿ dónde guardaría todo aquello que espero conservar para el futuro?. ¿ Qué o quienes me contemplan amenazantes con el firme propósito de desbaratar mis planes y echar por tierra tanto proyectos como esfuerzos ?. ¿ Qué mefiticos ultrajes pueden corromper mis intereses en tener un mañana para los frutos de hoy ?. Y por último, si finalmente mis enemigos no me permiten alcanzar el futuro ¿ por qué preocuparme del éxito de mi despensa si al fin y al cabo no seré yo el beneficiado de su contenido luego de ir y venir, bajo el vendaval de los días y los chasquidos de la noche, denodadamente de aquí para allá como ingenua ardilla acumulando provisiones para una eventual supervivencia?.
La razón de este relato es subrayar las dos características fundamentales que abre ante nosotros la realidad contingente del futuro :
- Que de poco vale hacer reservas para un porvenir inexistente.
- Que hay que hacer acopio responsable para disfrutar de un mañana dichoso.
Lo terriblemente hermoso es que ambas consideraciones no se anulan si no que se sustentan la una sobre la otra. En una damos la razon a los parásitos y en la segunda nos bendice la posible germinación de un árbol.
Elijan ustedes la que más le convenga.
La ardilla obedece al afán de la presente temporada y en su quebradiza y amenazada existencia dedica la mayor parte de su tiempo en hacer reservas para el invierno. Frutos maduros, nueces y bellotas mas algún que otro apetecible brote formarán parte de la despensa que aquí y allá irá distribuyendo bajo la atenta mirada de sus múltiples enemigos, que no dudarán en darle caza al menor descuido finiquitando asi sus servicios sin nota de agradecimientos.
Supongamos que la bellota logre sobrevivir al caluroso verano y con las primeras lluvias de otoño un delicado arbolito asomara por entre la hojarasca. He aquí el asunto.
Y de no ser así, ¿ por qué criticar la acción de hongos y parásitos sobre el fruto que a la postre también tienen un plan como la ardilla o el azor?.
De todas formas la intención de la ingenua ardilla no es preservar el fruto para que pueda ser origen de un nuevo árbol y su actividad y efectos dista bien poco de la de bacterias e insectos.
Pero a todo esto y luego de considerar a estos naturales actores no puedo si no abastecerme de este cúmulo de aspectos que rodea al evento que es uno mas de la singular naturaleza y quizá el menos relevante de aquellos que acontecen cerca de nosotros, para hilvanar unas simples especulaciones.
Si fuera ardilla, ¿ dónde guardaría todo aquello que espero conservar para el futuro?. ¿ Qué o quienes me contemplan amenazantes con el firme propósito de desbaratar mis planes y echar por tierra tanto proyectos como esfuerzos ?. ¿ Qué mefiticos ultrajes pueden corromper mis intereses en tener un mañana para los frutos de hoy ?. Y por último, si finalmente mis enemigos no me permiten alcanzar el futuro ¿ por qué preocuparme del éxito de mi despensa si al fin y al cabo no seré yo el beneficiado de su contenido luego de ir y venir, bajo el vendaval de los días y los chasquidos de la noche, denodadamente de aquí para allá como ingenua ardilla acumulando provisiones para una eventual supervivencia?.
La razón de este relato es subrayar las dos características fundamentales que abre ante nosotros la realidad contingente del futuro :
- Que de poco vale hacer reservas para un porvenir inexistente.
- Que hay que hacer acopio responsable para disfrutar de un mañana dichoso.
Lo terriblemente hermoso es que ambas consideraciones no se anulan si no que se sustentan la una sobre la otra. En una damos la razon a los parásitos y en la segunda nos bendice la posible germinación de un árbol.
Elijan ustedes la que más le convenga.
viernes, 19 de julio de 2013
Boca abajo.
No tiene sentido imponer a los objetos una determinada postura tan sólo porque despierta en nosotros una oscura interpretación del efecto.
Los vasos no pueden respirar boca abajo, todo el mundo lo sabe.
Al menos yo se lo oí decir a uno cuando un día, distraídamente, lo deposité sobre la inhóspita bayeta escurreplatos. Me miraba al principio como quien espera que inmediatamente el error cometido fuera enmendado. Pero no siendo así y pasado un rato - calculo que unos cuarenta minutos - mientras me disponía a ver la tele oí un ruido en la cocina que me hizo girar visita a aquella dependencia.
En el suelo, los fragmentos rotos ( supongo que a todos os habrá pasado que siempre hay más fragmentos que vaso ) del pobre yacían desordenados en profundo y definitivo silencio.
Sencillamente dejó de respirar y murió. Lo de " oí decir " era un adorno literario, vosotros comprenderéis ...
Días después tuve que comprar veneno para ratones. Aún así creo que es una lástima dejar cualquier cosa boca abajo. Abre mas posibilidades al infortunio.
No tiene sentido imponer a los objetos una determinada postura tan sólo porque despierta en nosotros una oscura interpretación del efecto.
Los vasos no pueden respirar boca abajo, todo el mundo lo sabe.
Al menos yo se lo oí decir a uno cuando un día, distraídamente, lo deposité sobre la inhóspita bayeta escurreplatos. Me miraba al principio como quien espera que inmediatamente el error cometido fuera enmendado. Pero no siendo así y pasado un rato - calculo que unos cuarenta minutos - mientras me disponía a ver la tele oí un ruido en la cocina que me hizo girar visita a aquella dependencia.
En el suelo, los fragmentos rotos ( supongo que a todos os habrá pasado que siempre hay más fragmentos que vaso ) del pobre yacían desordenados en profundo y definitivo silencio.
Sencillamente dejó de respirar y murió. Lo de " oí decir " era un adorno literario, vosotros comprenderéis ...
Días después tuve que comprar veneno para ratones. Aún así creo que es una lástima dejar cualquier cosa boca abajo. Abre mas posibilidades al infortunio.
A tientas.
Entro o salgo. Sí, en verdad dudo si dar un golpe sobre el signo ? del teclado.
Pero hoy prefiero salirme del marco y rodar por la pared desnuda. No olvides que soy un geco y los gecos tienen esa fatigosa habilidad. Porque es cierto que es cansado ir luchando paso a paso contra una terca ley, cómo la llamáis vosotros, ah si, de la gravedad.
No es grande la sala y al cabo de poco vuelvo al borde del cuadro. No olvides tampoco que en su centro hay un espejo y tu rostro se refleja en el.
Reitero mi estado de pereza y prefiero internarse bajo su oscuro ensamblaje.
( y así termina esto ).
Una sin foto.
Para qué la luz?. Y el sonido ?. Para cuándo el silencio centímetro a centímetro instalado en nuestras voces?.
Sobre la mesa.
No lo ves?. Si te acercaras despacio, a oscuras, en la noche, con los ojos cerrados, cansado y aburrido del canto adormecedor de tus pensamientos quizá lograrías adivinar que es un despertador.
Qué es un despertador ?
Me consuela adivinar que no es una broma tu apasionante respuesta.
Acaso insinúas que lograste llegar hasta aquí no huyendo de su cruel castigo si no empujada por feraces vientos ?
Quizá sea tan retórica mi pregunta como estúpida tu vacilación en el último instante, cuando dije aquello de feraces vientos...
La costumbre muestra el camino al ignorante. No te ofendas, aún no conoces mi próximo movimiento.
( tomo el despertador, doy cuerda al mecanismo y lo hago sonar estrepitosamente ).
Ahora es cuando deberías enfadarte conmigo. Ahora que te he hecho volver de tus sueños.
Para qué la luz?. Y el sonido ?. Para cuándo el silencio centímetro a centímetro instalado en nuestras voces?.
Sobre la mesa.
No lo ves?. Si te acercaras despacio, a oscuras, en la noche, con los ojos cerrados, cansado y aburrido del canto adormecedor de tus pensamientos quizá lograrías adivinar que es un despertador.
Qué es un despertador ?
Me consuela adivinar que no es una broma tu apasionante respuesta.
Acaso insinúas que lograste llegar hasta aquí no huyendo de su cruel castigo si no empujada por feraces vientos ?
Quizá sea tan retórica mi pregunta como estúpida tu vacilación en el último instante, cuando dije aquello de feraces vientos...
La costumbre muestra el camino al ignorante. No te ofendas, aún no conoces mi próximo movimiento.
( tomo el despertador, doy cuerda al mecanismo y lo hago sonar estrepitosamente ).
Ahora es cuando deberías enfadarte conmigo. Ahora que te he hecho volver de tus sueños.
martes, 11 de junio de 2013
Del olvido.
Trazo a trazo todo contiene tu singular caligrafía.
La ventana propone el paisaje y su marco abraza como un párpado inocente
la novedad de un instante que me sustancia.
Mi bandera está en tus colores, mi cielo duerme en tus acuarelas y en mi pecho se agita
la bondad de los lápices que iluminaron tu rostro.
No son los naipes sobre la mesa las palabras cosidas a mi pensamiento ni el delirio inconsciente
que me arrastra a repetir tu nombre, sino esa endecha prendida en la oscuridad de mis pulsos.
Juego a limpiar con las mareas las derrotadas huellas del pasado; pero tu mar me las devuelve
como si nuevamente tuviera que elegir tu destino.
Repito tu música, tarareo tu melodía en la rompiente del alba. Me salpican tus olas
y es como en medio del bosque
oír el fuego que me aguarda en el dulce sosiego de tu promesa.
La llamada a la oración, el eco intruso de una campana que lejos de anunciar una hora
predice un nuevo descubrimiento, me seduce.
Ni toda la sal del mundo podría hacer infértil la memoria que guardo de tu ausencia.
jueves, 30 de mayo de 2013
Senda de relevos.
Antes que nosotros formáramos parte de una ausencia interrumpida
estaban la luz y las cimas del horizonte
y en los espejos se asomaban incrédulos
los que imaginaron un futuro sin ellos.
Ellos,
los que aplaudieron el paso de sus años
sin olvidar que traspasados sus últimos momentos
todo acabaría en nuestras manos.
Manos en la hondura de un tiempo que resuelve sus preguntas
haciendo que sean nuestros labios
los que hoy las repitan sin cansancio.
Los mismos que ascendieron y en la pira solemne del ocaso
vieron la tarde hermosa de la muerte.
Los mismos que ofrecieron su talento o su infortunio
con la ingenua fragancia de un éxito insignificante.
Los que coronaron sin aliento, los victoriosos, los que nunca llegaron a sus metas:
nosotros mismos
que inundados aún por la sabiduría de los que nos precedieron
sin saber siquiera sus nombres,
ni la razón que les impulsaron a obedecer sus delirios o sus certezas,
confiamos de nuevo
en unas mismas y portentosas fuerzas
que al fin y al cabo
nos conducen a sus mismos destinos.
viernes, 24 de mayo de 2013
Como palabras, las aves...
Dignidad, servidumbre, compromiso, rectitud, entrega, integridad, conformismo, actitud, ignorancia, paciencia, osadía, plenitud...
Todas ellas están en el tambor del alma. Todas ellas resuenan a veces en la trilla de tu pensamiento.
Las oyes pasar, establecer su dominio, crecer como la mala hierba o la mejor cosecha.
Podría añadir un centenar de ellas, un millar si me apuras. Pero ninguna valdrá nada si convencidamente no las articulas.
Saldrán en desbandada o arriesgarán su vida, su valor, su significado. Y sin embargo, habrá circunstancias en que tendrán el sabor del vacío, de la inutilidad.
Aquellas palabras , o estas otras que se apoderan de tu mente son el sonido de un río en que tu corazón navega. Río en cuyo caudal beben el odio y la melancolía, el buitre y la alondra, donde la silueta irreconocible de un pez huidizo traza su sinuoso plan de fuga.
Si las pones aisladas sobre la mesa serán como las migas de pan que las hormigas voltean.
Si las escondes bajo tu almohada, pellizcarán tus oídos e impedirán tus sueños.
Algunas tienen la virtud del insecto y desplegando sus elitros se alzaran heroicas sobre la sordidez del silencio. Mas abundan las que componen su sonido con el firme propósito de hacer huir toda esperanza. Incluso llegarás a creer que a menudo ni siquiera eres tu quien las mantiene ordenadas.
Hay un eterno giro que las entretiene en un afán fugitivo o una sumisión reprochable. Que las exalta o las reprime, quién sabe el por qué inexplicable de sus destinos.
Tan solo sabemos que están en la bolsa y yo mismo las recuento y las palpo y noto la frialdad de sus hocicos o la calidez de sus manos. Las siento respirar, silenciosas encomendadas al tiempo de una espera, siempre en la víspera de un dolor o de una alegría.
Las más enternecidas palabras tal vez fueran en un instante consigna de sangre para la guerra y las que parecen perdidas en rencores y afrentas quizá esperen la hora de unas dulces disculpas.
Demonios, arcángeles, semidioses, mártires, sátrapas, adoratrices, crédulos, espantos, nieblas, atardeceres, caricias... En el fondo son soldados aguardando el minuto de la arenga y saltar de sus trincheras para transformar el amor en lucha o la pugna en paz.
miércoles, 22 de mayo de 2013
Calle Madre de Dios.
Dos toques seguidos de campana y un tercero con un leve retardo ordena subir el Trono.
El Tambor de cola interrumpe distracciones, el contemplar detenido de la escena.
Se lamenta el quitacimbre y nos sobrecoge el repentino impulso de los hombros.
Son los primeros sones de Solea dame la mano los que en la etérea servidumbre del incienso y el áspero abrazo de los varales se van abriendo paso en todos los sentidos, en todos los que trabajan al unísono con disciplinada entrega.
Orillas del Hipotálamo.
Duermo deprisa, sin sustancia,
como en un vacío donde nada tiene un lugar preciso.
Duermo sin necesidad de dormir.
Como deben dormir los reptiles en el corazón del invierno,
sin sabores en el dorso de la lengua, ni pulso en el confín de mis dedos.
Como madera talada tras la devastación del hacha,
hacia algo que sucede sin memoria, sin registros.
Como lo haría un pez abisal en la impenetrable profundidad de su océano.
martes, 21 de mayo de 2013
Como en el mar,
el cielo a veces muestra un fondo confuso
y una rota marea
que deja vencidos amaneceres y mañanas que te invitan a cerrar los ojos.
El sordo oleaje toma el pincel
y traza laberintos, predominios de grises espumas que desdeñan
el lento latido del tiempo.
Tu corazón, como el mío, levanta su estrella solitaria
y tu razón junto a la mía, asiste invicta ante el accidente.
viernes, 17 de mayo de 2013
Callejones del Perchel.
Pasados unos años desde aquella última vez en que la Cofradía pasó por estas calles, la apatía de los vecinos y la indiferencia municipal hizo que el deterioro y el abandono se aplicaran sobre las casas y el entorno urbano, consecuencia de lo cual una sensación de decrepitud irreversible se adueñó de todo y de todos.
Aquel cambio en el itinerario valió para muchos como indicio de que en cierta manera se abría un periodo de marginalidad de impredecibles consecuencias, ya que puesto a espaldas del resto de la ciudad, el barrio fue lentamente disolviendo su pasado en un olvido sin remisión posible. La historia demostró con su terca sabiduría que aquellos que todavía conservaban los retazos honrosos de su malograda historia fueron rápidamente sustituidos por un aluvión de amorfa sensibilidad y costumbres desajustadas. Cabe suponer que fruto de aquella diáspora - y a pesar del tiempo transcurrido -, habrá supervivientes que mantengan en sus corazones aún con vida los momentos de gloria y dignidad del barrio y sus gentes.
Por de pronto ya no volverían los Jueves Santos a hacer florecer balcones y ventanas y a iluminar el rostro de niños y ancianos ante la proximidad de ese día en que todo parecía recobrar una identidad propia y que serviría para el resto del año como acicate para sentirse bien consigo mismo, justo hasta el día en que empezaran un año más a montar el tinglado a la vera de la Iglesia y volviera a las tiendas y negocios el cartel que anunciara la Salida Penitencial inmediata.
Hoy, ya caducas y abatidas esas efemérides, la sucesión de años sin la renovación de esa sustancia participada fue causa añadida para la invocación de miserias y decepciones particulares y colectivas.
Sin embargo, la anciana que todavía mantiene florida su maceta de geranios, la que a pesar de los vientos contrarios que sacuden la precaria realidad de sus alrededores, al oír los desterrados sonidos del Jueves Santo a eso a de las siete de la tarde en la lejanía inaccesible de la plaza nueva, acudirá a duras penas a apoyarse en la deslucida baranda de su balcón, con la esperanza de que este año sí, este año podrá tocar con la punta de sus dedos el palio de la Dolorosa, su vecina de toda la vida, la que conoce cada rincón de su alma y las desdichas y alegrías - las menos - que la habitan.
lunes, 13 de mayo de 2013
Nocturno.
Sé que el mar guarda anclas y remotos pecios
donde aún brama la tempestad del último momento.
Y cuando alzo la vista al cielo invicto
sé que algunas de las rutilantes luminarias ya no existen
y en su lejana mortandad
es posible sentir el rodar de su póstumo destello con el frío duelo del universo
tan incansablemente callado.
Ando sobre la tierra
y es la misma tierra el humus de tantas consumadas extinciones
en una altiva lealtad de seres ignorados y desfallecidos alientos.
¡ Pero todo resulta tan nuevo
tan vigoroso,
tan recientemente bruñido que me impongo como reproche no medir en distancias
lo que siempre tengo a mi lado !.
Amor,
yo repongo cada noche una lágrima en el vaso de tu frente
para luego beberla despacio
ya con la tibieza de tu cuerpo
y siempre con el sabor de tu silencio.
sábado, 11 de mayo de 2013
El tiempo a veces te apresa,
te retiene como un niño al pez entre sus manos.
Jugando siente que el palpitante brillo de sus ojos le mira sin entender nada
y poco a poco comprende que una debilidad creciente le va deteniendo el corazón.
Así la cornisa donde la alondra fábrica su nido
y el arroyo donde un croar festivo te adormece
son formas que mañana habrán mudado su sentido.
El hombre busca bajo las piedras el hallazgo definitivo. Y se equivoca.
Se inventa un futuro adolescente. Y se extravía.
Y al defender su castillo se levanta con arena un pasado azul donde nada hacia daño.
Y se confunde.
De continuo hay un tubo de ensayo con una receta fallida. Y otro intento. Y parece una burla
que sigamos con domesticado afán
ir encontrando culpas y reproches por algún error mundano.
Y me sorprendo.
Porque hay emociones que adolecen de un fin auténtico.
Y sentimientos de lata que exploran un vacío que nunca contuvo nada.
Pero la vida sigue ilusa con sus ojos transparentes en un mundo de arañazos y de jirones
y de regresos.
Su belleza esta traspasada por una espada de fuego y en su frente brilla la fatiga del sol.
Cuando en la noche tientes a tu lado un torrente de esperanza, atrapalo.
Cuando en la madrugada un sueño describa un terror horrible, déjalo huir.
Nada produce más desencanto que la ilusión malgastada, porque la diosa fortuna te premia al nacer
con una medida moneda.
¿ Qué habrás comprado
cuando un día te repongas del desaliento
e intentes proseguir tu camino?.
Si fuera sencillo hilar coherencias, divagar sin margen de error, transitar sin que la rutina
forje tu itinerario,
no habrían amanecido mentes febriles donde toda esta inquietud no fuera el cemento de la experiencia.
La única verdad revelada no se encierra en la literatura ni se envasa en la música.
Son posteriores a la vía iluminada
que a estas horas de la tarde habrá dejado de agitarse entre los dedos del niño
si este al final
no supo dar fiel lectura a la solicitud de la vida y tuvo la piedad de devolverla a la fuente.
viernes, 10 de mayo de 2013
Otro comentario sobre el cielo.
No logro descubrir que asuntos reservas para mañana, porque habrá un mañana y tu seguirás en el columpio, dejando para otro momento la quietud del universo.
Por mucho que persevero, que extiendo mi brazo y te reclamo, tu vas y vienes con una sonrisa abierta a toda suspicacia. Y me entretengo en la calma que infunde un movimiento que oscila entre lo lejano y lo que se entrega.
A veces hay un instante breve en que puedo hacer desprender de tu silencio un principio que me nombra. Pero todo es tan extraño que irrumpo en mi pensamiento derrocando toda tentativa y me denuedo por seguir atento a todo cuanto me sugieres.
No logro descubrir mejor pasatiempos que observar tu presencia mientras parece que me ignoras, que no corriges tanta inclemencia que se procura un lugar entre mis brazos.
Y yo te persigo en la distancia sin mas solicitud que ser consciente de mis actos, aunque tu no corrobores esta horrenda forma de vacío que va y viene dentro de mi corazón, porque tu sigues a lo tuyo, sin dotar de importancia todo aquello que me regalas.
Yo he amado la semilla que aún no ha crecido, el brote que se inicia bajo tus estrellas, la sombra que por fin me ofrecen los árboles. ¿ Acaso puedo pronunciar algún reproche, emborronar la pizarra de mis sueños con un delirio de torpezas, descalabros y perjuicios cuando miro el caer de las horas y el filo de los minutos arañar mi paciencia y no hallo culpa alguna que en ti amanezca?.
Todo progresa sin embargo en armonía. Y al silencio regreso sin heridas.
No logro descubrir que asuntos reservas para mañana, porque habrá un mañana y tu seguirás en el columpio, dejando para otro momento la quietud del universo.
Por mucho que persevero, que extiendo mi brazo y te reclamo, tu vas y vienes con una sonrisa abierta a toda suspicacia. Y me entretengo en la calma que infunde un movimiento que oscila entre lo lejano y lo que se entrega.
A veces hay un instante breve en que puedo hacer desprender de tu silencio un principio que me nombra. Pero todo es tan extraño que irrumpo en mi pensamiento derrocando toda tentativa y me denuedo por seguir atento a todo cuanto me sugieres.
No logro descubrir mejor pasatiempos que observar tu presencia mientras parece que me ignoras, que no corriges tanta inclemencia que se procura un lugar entre mis brazos.
Y yo te persigo en la distancia sin mas solicitud que ser consciente de mis actos, aunque tu no corrobores esta horrenda forma de vacío que va y viene dentro de mi corazón, porque tu sigues a lo tuyo, sin dotar de importancia todo aquello que me regalas.
Yo he amado la semilla que aún no ha crecido, el brote que se inicia bajo tus estrellas, la sombra que por fin me ofrecen los árboles. ¿ Acaso puedo pronunciar algún reproche, emborronar la pizarra de mis sueños con un delirio de torpezas, descalabros y perjuicios cuando miro el caer de las horas y el filo de los minutos arañar mi paciencia y no hallo culpa alguna que en ti amanezca?.
Todo progresa sin embargo en armonía. Y al silencio regreso sin heridas.
viernes, 3 de mayo de 2013
Deshaciendo margaritas.
La brisa abre y cierra sus ojos. Me mira desde el umbral de la tarde.
Mañana, ¿ acaso aplazo para mañana lo que tal vez ya no me pertenezca...?.
Te tomo por el talle y te alzo hacia el lugar de la luz.
Dios bendiga hoy cada tropiezo que me acerca a su naturaleza.
¿En qué momento dejaron de tener sentido estas palabras?:
¿mientras la brisa,
cuando la flor,
al encontrarlas...?.
La brisa abre y cierra sus ojos. Me mira desde el umbral de la tarde.
Mañana, ¿ acaso aplazo para mañana lo que tal vez ya no me pertenezca...?.
Te tomo por el talle y te alzo hacia el lugar de la luz.
Dios bendiga hoy cada tropiezo que me acerca a su naturaleza.
¿En qué momento dejaron de tener sentido estas palabras?:
¿mientras la brisa,
cuando la flor,
al encontrarlas...?.
jueves, 2 de mayo de 2013
Paisajes.
Te he nadado, a veces sintiendo el frio abrazo de tus manos y en cada brazada el reencuentro con la huidiza infancia. El hombre esta condenado a los grilletes del lugar en donde nace. Y yo nací en ti. Por eso te diviso a lo lejos no como el gancho que esclaviza mis alas sino como la percha desde la que me lanzo al vuelo.
No me sabría en mi ser si de vez en cuando - a ser posible a diario - mis pies no se hunden en el perfecto abrigo de tu arena. Sin conquistar en cada jornada mi deseo de tenderme a tu lado y sentir el latido firme y sereno de tus olas bajo el sol garante de la vida.
Y he corrido por tus orillas a ese lugar que en secreto contigo comparto : tu compañía sin reproche ni desgana.
Cuando el viento levanta tu crin airada aguardo confiado aquel día de calma. Porque son tus largas tardes del verano las que brillan como el juguete mejor trimado. Y aún así todavía me reservas algún asombro : la vieja peseta, el vidrio rodado, la estrella varada y muerta.
Asombro de hombre que deja su huella sin afán de nada y confía en seguir sintiendote como siempre te he sentido desde un momento tan temprano en que ni tan siquiera sabía decir tu nombre : mi mar.
martes, 30 de abril de 2013
Tu sonrisa.
En los charcos espejean las luces de las farolas
y los cambiantes colores de los semáforos seducen hipnóticamente en la soledad de la calle.
Se deslizan rápidas,
como las olas,
como las horas,
las nubes en el cielo
hasta que por fin una luna burlona emerge a través de una
incipiente
brecha
algodonosa.
A la memoria de mi Albacea General.
Juan Manuel Fernández Heras.
( ...)
De pronto el arqueo de todas las dificultades aparecidas durante los preparativos de la Salida se le agolpan en el cerebro. Son una letanía de cosas que en cualquier momento pueden manifestarse a pesar del cuidado que se pone en el montaje y por meticuloso que hayan sido él mismo y sus albaceas en los días previos de tan arduas actividades.
Quizá sea este cúmulo de inquietudes el que más dudas despierta ahora que la Cofradía en su deambular por las calles pone a prueba el sinnúmero de tuercas, pernos, tornillos, puntillas, tirantas, cuñas, palometas, nudos, grapas, tulipas, macollas, remates, ánforas, barras, que en un desgraciado momento pueden inopinadamente decir esta boca es mía y provocar un lamentable accidente.
Claro está que cualquier incidencia mañana será calificado de lamentable error humano; pero ahora mismo, de fallar algo, supondría una auténtica tragedia.
De nada le sirve pasar revista de lejos y con la mirada a cada elemento y recordar el instante en que fue montado, ajustado, apretado, comprobada su perfecta instalación para espantar sus miedos y sus retomados terrores nocturnos.
Trae a su memoria el año en que dos macollas salieron volando sin venir a cuento a pesar de que fueron dispuestas por sus propias manos y como viene haciendo en los últimos doce años.
- Quizá puede que una mala mecida del Trono, el golpe con alguna rama o que una de las bandas fuera más floja que la otra, - vete tu a saber-, la cosa es que van y se sueltan y por poco descalabran a uno de los portadores, pobre chaval como sangraba, pero no hubo manera de que se separara de su puesto en el varal, - se lo fueran a quitar- y así continuó hasta el encierro con un trozo de algodón sujeto con esparadrapo, eso si, le obligamos a ponerse un capillo para ocultar el vendaje. Recuerdo que de vez en cuando se lo subía y me guiñaba el ojo al tiempo que hacia un gesto con el dedo gordo en señal de que todo iba bien.
( ... )
lunes, 29 de abril de 2013
La herida.
...y al dejar descubierta la purulenta brecha,
descubrí que el dolor era mas profundo que la pequeña lágrima que resbalaba por sus mejillas
y mi admiración por aquel héroe surgió de inmediato y todavía perdura.
Y cuando al acabar la cura observé que en su rostro amanecia leve y sincera una forzada sonrisa
y sus ojos se confiaron a mi mirada
y sus miedos a mis cuidados,
enseguida entendí que mi oficio era privilegio y fortuna
y jamás en adelante admití en mi ánimo
ni el cansancio ni la rutina, ni el rechazo ni la impostura,
porque nunca sabes , en el abismo de un sufrimiento humano,
de qué manera y desde cuándo alguien pide verdadera ayuda.
viernes, 26 de abril de 2013
Un amanecer cualquiera.
Deshago sus maletas y dejo que la luz empape mi corazón recién despierto.
No tu cuerpo
sino la fuerza que lo inspira
se desata el pelo
y me descubre contemplandote. Palpitante es la promesa
que sube hasta la cima del asta en el universo.
Me limito a instalarme a su lado
y a beber de un error cometido: sólo con la humildad del antídoto
logro asirme al nuevo día : reconocer lo mucho que he amado
llegar a este momento.
miércoles, 24 de abril de 2013
De todos los que aparecen con la mirada llena de alegría en las viejas fotos del ayer, sólo las Imágenes Titulares continúan con vida, aunque ni tan siquiera estas sean las mismas que posan en la desnudez de los recuerdos.
Ni los cuidados Tronos, sustituidos por el cansancio propio de la madera o el hastío, a veces caprichoso, de los cofrades; ni las calles transformadas en nuevos y sucedáneos itinerarios, mas cómodos, menos singulares. Tampoco parece tener hoy cabida la menesterosa humildad que se vislumbra aquí y allá en las antiguas estampas sustituidas por una apariencia artificial de esplendores ornamentales que disfrazan de autenticidad el escaso soporte devocional que despiertan, al menos desde una cercana apreciación.
El tiempo ha lavado y encogido las sustancia esenciales y en ese intercambio de golpes ha vencido un afán de desmesura en lo suntuario contra la sencillez de una religiosidad inmediata, transmitida con escasas palabras, que era el sentido evangélico primordial de las Hermandades.
Regadas por el excesivo simbolismo y demás parafernalia, ¿dónde queda relegada la visita anónima de los que en verdad aman a su Señor y su Virgen?. Quizá el lugar menos digno lo constituya una valla metálica y un guarda con ceñudo gesto o tal vez un acceso demasiado regulado a una Casa de Hermandad con herméticas medidas y un excesivo celo en contra de la proximidad.
Porque cuando el cortejo inicie la procesión, ¿en qué momento, en qué lugar se hará posible el encuentro, en medio de qué multitud la débil mujer enferma, la anciana impedida, el viejo incapaz de salir sólo a la calle logrará dar alcance con sus ojos a su Imagen querida, allá tan en lo alto, tan oculta entre ánforas y flores, en su laberinto de barras de palio y arbotantes, en su cárcel de fina orfebrería, ante una multitud que se regodea en la filigrana y el bordado, ciegos ante el inmenso dolor de Maria, apartada, oculta y lejana frente al asfixiante acoso de un gentío que parece, - si uno se centra en esos detalles - , que la ignora?.
( Fragmento de " El tambor de cola" ).
Los ojos de la Virgen captan mi conciencia como lo hace la contemplación del oleaje. Como lo haría si a través de ellos pudiera ver la fuente de bondad que mantiene en armonía el mar en calma que anuncia con sus tristezas. Mar recientemente convulso, traspasado por la atormentada preeminencia de la Muerte. Parecen que han partido también de este mundo y son vagas insinuaciones de un final dichoso: dime Madre, ¿de qué final se trata?.
Para aguardar la respuesta hay que proseguir el camino, ¿pero hacia dónde?.
( Fragmento de " El tambor de cola ").
martes, 23 de abril de 2013
Duerme la piedra
mientras el tiempo traza la línea esquiva
entre la virtud de lo infinito
y la breve profundidad de los sentidos.
Hay un latente silencio que continúa tallando la belleza
en quien se detiene y contempla
su efímera estancia frente al triunfo del asombro :
es entonces cuando todo adquiere el dinamismo de lo eternamente duradero.
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