Los ojos de la Virgen captan mi conciencia como lo hace la contemplación del oleaje. Como lo haría si a través de ellos pudiera ver la fuente de bondad que mantiene en armonía el mar en calma que anuncia con sus tristezas. Mar recientemente convulso, traspasado por la atormentada preeminencia de la Muerte. Parecen que han partido también de este mundo y son vagas insinuaciones de un final dichoso: dime Madre, ¿de qué final se trata?.
Para aguardar la respuesta hay que proseguir el camino, ¿pero hacia dónde?.
( Fragmento de " El tambor de cola ").
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