miércoles, 24 de julio de 2013


Gotas de cera.


Las pisadas son como gotas de cera. Vas caminando y las abandonas a una suerte despiadada hecha de indiferencias y de olvidos. No existe el día en que pareces consciente de los pasos que das y hacia donde te dirigen y nunca nadie ha podido comprobar que tal entelequia se ha substanciado.
Dicen de un tipo de gladiadores a los que le colocaban un casco que le impedía ver a su enemigo y tan sólo podía defenderse mediante una indetenible sucesión de movimientos ofensivos con los que evitar los ataques del oponente, cosa que le acarreaba una pronta fatiga y una muerte inevitable.
El movimiento es la única empresa que cuenta con  atentos observadores porque siempre despierta la atención de alguien.
Por eso se inventaron los bancos de las plazas y los parques. Todos somos una imagen en la retina de algún desconocido observador que intenta amenizar su espera convirtiéndose en mudotestigo de nuestra traslación.
Parece tóxica tal actitud pues podría llegar a decirse que llegado el caso se lograria alterar la espontaneidad del paseante, condicionar de alguna manera su trayectoria, modificar su rumbo en una improvisada actuación donde no existe ni guión ni propósito documental alguno. Alguien grita ¡acción ! y en el decorado urbano empiezan a suceder cosas, a oírse voces y la gente empieza a adoptar gestos, gestionar sus movimientos como si las gotas de cera fueran una cámara de cine que graba la escena con el sólo fin de inmortalizar la cotidiana y anodina actividad de todos los participantes.
Practiquen el grito ¡ acción ! y podrán comprobar que todo lo comentado es cierto.
 De hecho yo mismo ahora ando con gesto grave y ceño fruncido intentando acabar estas líneas que son las gotas de cera de mi existencia. ( Ando un poco sordo y puede que alguien poco entrenado haya pronunciado el conjuro; por eso os ruego que antes de practicarlo entrenen lo suficiente para que todos podamos oirlo,principalmente yo que ya ando justo de palabras y no se me ocurre nada más que añadir).

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