miércoles, 22 de mayo de 2013


                                                          Orillas del Hipotálamo.


Duermo deprisa, sin sustancia,
como en un vacío donde nada tiene un lugar preciso.
Duermo sin necesidad de dormir.
 Como deben dormir los reptiles en el corazón del invierno,
sin sabores en el dorso de la lengua, ni pulso en el confín de mis dedos.
Como madera talada tras la devastación del hacha,
 hacia algo que sucede sin memoria, sin registros.
 Como lo haría un pez abisal en la impenetrable profundidad de su océano.

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