Un amanecer cualquiera.
Deshago sus maletas y dejo que la luz empape mi corazón recién despierto.
No tu cuerpo
sino la fuerza que lo inspira
se desata el pelo
y me descubre contemplandote. Palpitante es la promesa
que sube hasta la cima del asta en el universo.
Me limito a instalarme a su lado
y a beber de un error cometido: sólo con la humildad del antídoto
logro asirme al nuevo día : reconocer lo mucho que he amado
llegar a este momento.
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