lunes, 22 de julio de 2013

Secreto de Sumario.

Sr. Juez, me presento ante su señoría con la nunca anunciada voluntad de auto acusarme porque prefiero que sean mis palabras las que proclamen mi abyecta y punible voluntad de haber querido ser por una vez aquel personaje a quien desde tiempos remotos todas las civilizaciones han reprochado su conducta libertina y arbitraria, lejos de aquellas actividades que persiguen el bien común, el bienestar social y el progreso económico.
No espero ni piedad ni condescendencia. Ahora bien suplico tan sólo un poco de respeto hacia mi conducta pues mi intolerable infracción apenas si ha consistido en una mala réplica de otros tantos detestables y fallidos delitos.

Por de pronto diré que actué en total soledad y que nadie colaboró ni activa ni pasivamente en cuanto podría haberme facilitado la comisión de semejante atrocidad.
No quiero cansar siendo prolijo en un asunto que se puede y debe sustanciar con escasas palabras; es más, añadiría que lo dicho hasta ahora bien podría haber sido objeto de abundante poda y riguroso resumen; pero entienda que mi situación y mi actitud bien merecen al menos un puñado de líneas en el sumario que Su Señoría instruye, en el tono y contenido que humildemente considero justos y oportunos.

Reitero mi culpabilidad y vaticino que la dureza de la pena en nada subsanará el desprecio que a los dioses mi horrenda acción produjo, pues de otra cosa no estoy seguro salvo que el daño producido es mucho y en buena parte irreparable.

Castiguenme con la legitimidad que la ley prescriba y si la mutilación es la fórmula expiatoria, llevese a la práctica a la mayor brevedad posible. Y créanme si les digo que el rencor no será la repuesta de mi espíritu ni el dolor manantial de un sufrimiento que por encima de todo merezco.

Ahora bien, cuando dicten sentencia en mi contra, tengan presentes esta mi última confesión : el pecado cometido nunca pasó del grado de tentativa y que jamás logré concluir el execrable delito, aunque, y esto es lo realmente cierto, este fuera mi detestable deseo, mi mayor y ansiada inclinación : la de ser inocente.

Y a la presente prueba me remito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario