lunes, 29 de abril de 2013
La herida.
...y al dejar descubierta la purulenta brecha,
descubrí que el dolor era mas profundo que la pequeña lágrima que resbalaba por sus mejillas
y mi admiración por aquel héroe surgió de inmediato y todavía perdura.
Y cuando al acabar la cura observé que en su rostro amanecia leve y sincera una forzada sonrisa
y sus ojos se confiaron a mi mirada
y sus miedos a mis cuidados,
enseguida entendí que mi oficio era privilegio y fortuna
y jamás en adelante admití en mi ánimo
ni el cansancio ni la rutina, ni el rechazo ni la impostura,
porque nunca sabes , en el abismo de un sufrimiento humano,
de qué manera y desde cuándo alguien pide verdadera ayuda.
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