lunes, 13 de mayo de 2013
Nocturno.
Sé que el mar guarda anclas y remotos pecios
donde aún brama la tempestad del último momento.
Y cuando alzo la vista al cielo invicto
sé que algunas de las rutilantes luminarias ya no existen
y en su lejana mortandad
es posible sentir el rodar de su póstumo destello con el frío duelo del universo
tan incansablemente callado.
Ando sobre la tierra
y es la misma tierra el humus de tantas consumadas extinciones
en una altiva lealtad de seres ignorados y desfallecidos alientos.
¡ Pero todo resulta tan nuevo
tan vigoroso,
tan recientemente bruñido que me impongo como reproche no medir en distancias
lo que siempre tengo a mi lado !.
Amor,
yo repongo cada noche una lágrima en el vaso de tu frente
para luego beberla despacio
ya con la tibieza de tu cuerpo
y siempre con el sabor de tu silencio.
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Qué inmenso cartógrafo está señalando esta náutica envolvente.
ResponderEliminarGracias.