jueves, 2 de mayo de 2013
Paisajes.
Te he nadado, a veces sintiendo el frio abrazo de tus manos y en cada brazada el reencuentro con la huidiza infancia. El hombre esta condenado a los grilletes del lugar en donde nace. Y yo nací en ti. Por eso te diviso a lo lejos no como el gancho que esclaviza mis alas sino como la percha desde la que me lanzo al vuelo.
No me sabría en mi ser si de vez en cuando - a ser posible a diario - mis pies no se hunden en el perfecto abrigo de tu arena. Sin conquistar en cada jornada mi deseo de tenderme a tu lado y sentir el latido firme y sereno de tus olas bajo el sol garante de la vida.
Y he corrido por tus orillas a ese lugar que en secreto contigo comparto : tu compañía sin reproche ni desgana.
Cuando el viento levanta tu crin airada aguardo confiado aquel día de calma. Porque son tus largas tardes del verano las que brillan como el juguete mejor trimado. Y aún así todavía me reservas algún asombro : la vieja peseta, el vidrio rodado, la estrella varada y muerta.
Asombro de hombre que deja su huella sin afán de nada y confía en seguir sintiendote como siempre te he sentido desde un momento tan temprano en que ni tan siquiera sabía decir tu nombre : mi mar.
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Sublime.
ResponderEliminarComo el mar. Profundo y envolvente.
¡No disimulas tu condición de buceador!
Apnea libre, sospecho.