Feroz concepto de tarde.
Siempre camino a expensas de un mal paso que di ayer. Y cada nuevo itinerario regresa indefectiblemente hacia aquel tropiezo que lo reinicia todo.
Convergen como lineas plegadas sobre antiguas rutas de un gastado mapa que al abrir sus ya transitados territorios parecen invitar a comenzar de nuevo.
Así me habla el sol mientras lanza su último latido y oigo el crujir de viejos mástiles, allá a lo lejos, en el horizonte de la futura mañana.
Náutica para mariposas.
miércoles, 17 de diciembre de 2014
jueves, 8 de agosto de 2013
miércoles, 7 de agosto de 2013
No sé dónde en cierta ocasión leí la siguiente frase : " la plenitud es un raro hallazgo solo al alcance de almas extraviadas ".
En seguida comencé a digerir una afirmación que por de pronto reúne en escasas palabras varias aseveraciones.
A modo de índice estas vendrían marcadas por los siguientes términos : plenitud, raro, hallazgo, alma y extraviada.
Comenzando por la primera, considero que la plenitud es una exaltación consciente de la realidad instantánea.
De la segunda bien podría decirse que lo que se da en escasas y arbitrarias ocasiones en el fondo no existe y es producto obvio de la imaginación.
Por su parte, creo que un hallazgo es el tropiezo sublimado, algo así como elevar a los altares de la experiencia un hecho profundamente anodino que por extrañas circunstancias brilla de modo portentoso debido sin lugar a dudas a su intrascendente entorno.
El alma o soplo que aligera al cuerpo de la fatigosa carga de lo físico es la atmósfera donde respiran los pensamientos. En caso de fuga se acabó la luz de la inteligencia y la materia cobra un lugar preeminente. Sucede mucho.
Para concluir, el extravío es el estado propio del ser pues carece de coordenadas lógicas y toda su actividad depende de máximas azarosas y caprichosas leyes que le son impuestas.
No habré de dejar este capítulo experimental en esta tarde calurosa sin exponer mi nuevo orden que relacione de otra manera igualmente fallida y tal vez, también ingeniosa, a cada una de los anteriores conceptos-palabras. Así podría decir :
Un día, al sentirme extraviado comprobé que mi alma era el mayor y único hallazgo que por raro que parezca no produjo en mi ánimo la plenitud debida sino la sensación de que por fin mi sombra me dio alcance.
Y es sólo un ejemplo.
En seguida comencé a digerir una afirmación que por de pronto reúne en escasas palabras varias aseveraciones.
A modo de índice estas vendrían marcadas por los siguientes términos : plenitud, raro, hallazgo, alma y extraviada.
Comenzando por la primera, considero que la plenitud es una exaltación consciente de la realidad instantánea.
De la segunda bien podría decirse que lo que se da en escasas y arbitrarias ocasiones en el fondo no existe y es producto obvio de la imaginación.
Por su parte, creo que un hallazgo es el tropiezo sublimado, algo así como elevar a los altares de la experiencia un hecho profundamente anodino que por extrañas circunstancias brilla de modo portentoso debido sin lugar a dudas a su intrascendente entorno.
El alma o soplo que aligera al cuerpo de la fatigosa carga de lo físico es la atmósfera donde respiran los pensamientos. En caso de fuga se acabó la luz de la inteligencia y la materia cobra un lugar preeminente. Sucede mucho.
Para concluir, el extravío es el estado propio del ser pues carece de coordenadas lógicas y toda su actividad depende de máximas azarosas y caprichosas leyes que le son impuestas.
No habré de dejar este capítulo experimental en esta tarde calurosa sin exponer mi nuevo orden que relacione de otra manera igualmente fallida y tal vez, también ingeniosa, a cada una de los anteriores conceptos-palabras. Así podría decir :
Un día, al sentirme extraviado comprobé que mi alma era el mayor y único hallazgo que por raro que parezca no produjo en mi ánimo la plenitud debida sino la sensación de que por fin mi sombra me dio alcance.
Y es sólo un ejemplo.
martes, 30 de julio de 2013
Dios es el Principio y esta en el origen de todas las cosas, pero se manifiesta al final de la existencia de cada una de sus criaturas, como si jugara a ponernos a prueba acerca de esta certidumbre, sabiendo como sólo el conoce, de que impaciente y fatal materia estamos construidos.
¿ Por qué espera que todo cuanto existe acate ese criterio constructivo ?. ¿ Acaso no le fue suficiente la revuelta de los ángeles con los tristes efectos por todos conocidos ?.
Además, todo final es una la,entable despedida, una pérdida, una baja entre las filas de los mortales. Pienso en mi perro : su falta de conciencia le hace llevar una vida a salvo de dudas y contradicciones. Y sin embargo, en todo su comportamiento hay un esbozo de esa manera de hacer sus cosas que tiene Dios. Su ir pediendo el interés por el juego, en preferir sentir el paso del tiempo en un duermevela a medio camino entre la vigilia y la inconsciencia. De hecho pienso que los perros en un momento empiezan a despedirse porque siente ese final en el que su auténtico Amo, el que verdaderamente le ama, dice su nombre y empieza a hacerse su amigo.
Pero nosotros, los que intentamos poner nombre a todo sin antes llegar a conocer nada en su profundidad, nos lanzamos a la busca de lo que se halla un paso mas allá de nuestra experiencia. ¿ Será que la vida es un espejo y en el esta incluida la imagen del otro lado en la que aparecemos sin poder ver nuestro envés por una carencia de nuestros sentidos ?.
La lógica de la paciencia no existe. Toda espera es insufrible y cuanto mayor sea el desafío a nuestro entendimiento mayor es el desespero que genera y mayores los desencuentros a los que nos enfrentamos.
Dios se manifiesta en el final de todas las cosas. Entonces, la vida, ¿ que sentido tiene sentir sed de algo durante el gozo de la vida si para saciarla hemos de esperar a que se acaben nuestros días, conociendo que sólo así lograremos resolverla ?.
¿ Por qué espera que todo cuanto existe acate ese criterio constructivo ?. ¿ Acaso no le fue suficiente la revuelta de los ángeles con los tristes efectos por todos conocidos ?.
Además, todo final es una la,entable despedida, una pérdida, una baja entre las filas de los mortales. Pienso en mi perro : su falta de conciencia le hace llevar una vida a salvo de dudas y contradicciones. Y sin embargo, en todo su comportamiento hay un esbozo de esa manera de hacer sus cosas que tiene Dios. Su ir pediendo el interés por el juego, en preferir sentir el paso del tiempo en un duermevela a medio camino entre la vigilia y la inconsciencia. De hecho pienso que los perros en un momento empiezan a despedirse porque siente ese final en el que su auténtico Amo, el que verdaderamente le ama, dice su nombre y empieza a hacerse su amigo.
Pero nosotros, los que intentamos poner nombre a todo sin antes llegar a conocer nada en su profundidad, nos lanzamos a la busca de lo que se halla un paso mas allá de nuestra experiencia. ¿ Será que la vida es un espejo y en el esta incluida la imagen del otro lado en la que aparecemos sin poder ver nuestro envés por una carencia de nuestros sentidos ?.
La lógica de la paciencia no existe. Toda espera es insufrible y cuanto mayor sea el desafío a nuestro entendimiento mayor es el desespero que genera y mayores los desencuentros a los que nos enfrentamos.
Dios se manifiesta en el final de todas las cosas. Entonces, la vida, ¿ que sentido tiene sentir sed de algo durante el gozo de la vida si para saciarla hemos de esperar a que se acaben nuestros días, conociendo que sólo así lograremos resolverla ?.
lunes, 29 de julio de 2013
He ido subiendo la ladera tan despacio como las prisas me lo han permitido. He llegado cansado pues esa era la finalidad última. Si bien una vez sentado sobre la hierba empezaron a menudear otros motivos invisibles.
En primer lugar diré que la vista es hermosa. A lo lejos un mar, en el mar varios barcos que rompen la línea imprecisa del horizonte. No son barcos dignos de una lograda acuarela : supongo que serán mercantes sucios que apenas si se consideran parte del panorama, por la desdeñosa actitud que ofrecen ante mis ojos. Pero yo sigo en la breve colina a la que he ascendido con - pienso - digno esfuerzo para hacerme olvidar la monotonía de la empresa.
¿ Cuantas veces habré recorrido sus acaso trescientos metros hasta alcanzar la cima, si es prudente denominar de este modo una elevación tan insignificante ?.
Y sin embargo, a pesar de su escasa altitud, es sorprendente como se amplía la visión de un paisaje tantas veces contemplado.
Busco argumentos que me hagan comprender el por qué de esta adorable sensación y empiezo a enumerar causas principales. Pero es cansado listar pensamientos mientras uno puede gozar de un pequeño placer de verano.
La orilla se dibuja con regular trazado en la calma vespertina de las aguas. Desde aquí parece detenida, brindando la posibilidad de sugerirme que estoy ante una foto fija. Yo en el mirador de mis ojos lanzo la instantánea y la imagen grabada para deleite de mis sucesivas emociones la decido archivar en algún álbum de esos que pueblan la memoria.
No fumo y no puedo alcanzar la comprensión de una pausa cuyo máximo contenido es la inhalación del humo. Pero si puedo deciros que la colina es pequeña, que yo soy diminuto, que la mar infinita desconoce sus proporciones y en su superficie flotan dos trozos de humanidad que desdoran su inigualable belleza.
Cuando toque descender ya serán otros los quehaceres de mi mente. Supongo que de similar arquitectura pues en el fondo de todo esto lo que realmente importa es que soy capaz todavía del asombro y que cada vez que corono esta colina mi corazón exaltado solicita de mi persona un poco de alimento que recompense su desatado brío.
. Por eso disfruto del paisaje como si fuera la primera vez en esta quizá última ocasión que tenga de comprobarlo. Quién sabe qué otro día me devolverá a su cima y si seguiré siendo el mismo espectador de hoy.
En primer lugar diré que la vista es hermosa. A lo lejos un mar, en el mar varios barcos que rompen la línea imprecisa del horizonte. No son barcos dignos de una lograda acuarela : supongo que serán mercantes sucios que apenas si se consideran parte del panorama, por la desdeñosa actitud que ofrecen ante mis ojos. Pero yo sigo en la breve colina a la que he ascendido con - pienso - digno esfuerzo para hacerme olvidar la monotonía de la empresa.
¿ Cuantas veces habré recorrido sus acaso trescientos metros hasta alcanzar la cima, si es prudente denominar de este modo una elevación tan insignificante ?.
Y sin embargo, a pesar de su escasa altitud, es sorprendente como se amplía la visión de un paisaje tantas veces contemplado.
Busco argumentos que me hagan comprender el por qué de esta adorable sensación y empiezo a enumerar causas principales. Pero es cansado listar pensamientos mientras uno puede gozar de un pequeño placer de verano.
La orilla se dibuja con regular trazado en la calma vespertina de las aguas. Desde aquí parece detenida, brindando la posibilidad de sugerirme que estoy ante una foto fija. Yo en el mirador de mis ojos lanzo la instantánea y la imagen grabada para deleite de mis sucesivas emociones la decido archivar en algún álbum de esos que pueblan la memoria.
No fumo y no puedo alcanzar la comprensión de una pausa cuyo máximo contenido es la inhalación del humo. Pero si puedo deciros que la colina es pequeña, que yo soy diminuto, que la mar infinita desconoce sus proporciones y en su superficie flotan dos trozos de humanidad que desdoran su inigualable belleza.
Cuando toque descender ya serán otros los quehaceres de mi mente. Supongo que de similar arquitectura pues en el fondo de todo esto lo que realmente importa es que soy capaz todavía del asombro y que cada vez que corono esta colina mi corazón exaltado solicita de mi persona un poco de alimento que recompense su desatado brío.
. Por eso disfruto del paisaje como si fuera la primera vez en esta quizá última ocasión que tenga de comprobarlo. Quién sabe qué otro día me devolverá a su cima y si seguiré siendo el mismo espectador de hoy.
miércoles, 24 de julio de 2013
Gotas de cera.
Las pisadas son como gotas de cera. Vas caminando y las abandonas a una suerte despiadada hecha de indiferencias y de olvidos. No existe el día en que pareces consciente de los pasos que das y hacia donde te dirigen y nunca nadie ha podido comprobar que tal entelequia se ha substanciado.
Dicen de un tipo de gladiadores a los que le colocaban un casco que le impedía ver a su enemigo y tan sólo podía defenderse mediante una indetenible sucesión de movimientos ofensivos con los que evitar los ataques del oponente, cosa que le acarreaba una pronta fatiga y una muerte inevitable.
El movimiento es la única empresa que cuenta con atentos observadores porque siempre despierta la atención de alguien.
Por eso se inventaron los bancos de las plazas y los parques. Todos somos una imagen en la retina de algún desconocido observador que intenta amenizar su espera convirtiéndose en mudotestigo de nuestra traslación.
Parece tóxica tal actitud pues podría llegar a decirse que llegado el caso se lograria alterar la espontaneidad del paseante, condicionar de alguna manera su trayectoria, modificar su rumbo en una improvisada actuación donde no existe ni guión ni propósito documental alguno. Alguien grita ¡acción ! y en el decorado urbano empiezan a suceder cosas, a oírse voces y la gente empieza a adoptar gestos, gestionar sus movimientos como si las gotas de cera fueran una cámara de cine que graba la escena con el sólo fin de inmortalizar la cotidiana y anodina actividad de todos los participantes.
Practiquen el grito ¡ acción ! y podrán comprobar que todo lo comentado es cierto.
De hecho yo mismo ahora ando con gesto grave y ceño fruncido intentando acabar estas líneas que son las gotas de cera de mi existencia. ( Ando un poco sordo y puede que alguien poco entrenado haya pronunciado el conjuro; por eso os ruego que antes de practicarlo entrenen lo suficiente para que todos podamos oirlo,principalmente yo que ya ando justo de palabras y no se me ocurre nada más que añadir).
lunes, 22 de julio de 2013
Secreto de Sumario.
Sr. Juez, me presento ante su señoría con la nunca anunciada voluntad de auto acusarme porque prefiero que sean mis palabras las que proclamen mi abyecta y punible voluntad de haber querido ser por una vez aquel personaje a quien desde tiempos remotos todas las civilizaciones han reprochado su conducta libertina y arbitraria, lejos de aquellas actividades que persiguen el bien común, el bienestar social y el progreso económico.
No espero ni piedad ni condescendencia. Ahora bien suplico tan sólo un poco de respeto hacia mi conducta pues mi intolerable infracción apenas si ha consistido en una mala réplica de otros tantos detestables y fallidos delitos.
Por de pronto diré que actué en total soledad y que nadie colaboró ni activa ni pasivamente en cuanto podría haberme facilitado la comisión de semejante atrocidad.
No quiero cansar siendo prolijo en un asunto que se puede y debe sustanciar con escasas palabras; es más, añadiría que lo dicho hasta ahora bien podría haber sido objeto de abundante poda y riguroso resumen; pero entienda que mi situación y mi actitud bien merecen al menos un puñado de líneas en el sumario que Su Señoría instruye, en el tono y contenido que humildemente considero justos y oportunos.
Reitero mi culpabilidad y vaticino que la dureza de la pena en nada subsanará el desprecio que a los dioses mi horrenda acción produjo, pues de otra cosa no estoy seguro salvo que el daño producido es mucho y en buena parte irreparable.
Castiguenme con la legitimidad que la ley prescriba y si la mutilación es la fórmula expiatoria, llevese a la práctica a la mayor brevedad posible. Y créanme si les digo que el rencor no será la repuesta de mi espíritu ni el dolor manantial de un sufrimiento que por encima de todo merezco.
Ahora bien, cuando dicten sentencia en mi contra, tengan presentes esta mi última confesión : el pecado cometido nunca pasó del grado de tentativa y que jamás logré concluir el execrable delito, aunque, y esto es lo realmente cierto, este fuera mi detestable deseo, mi mayor y ansiada inclinación : la de ser inocente.
Y a la presente prueba me remito.
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